Tras la batalla en el Antiguo Campamento de la Brigada de los Páramos, se empezaron las obras para volver a levantar las defensas y arreglar las estructuras dañadas, los enanos Barbaférrea trabajaron duro para ello, mientras que se iniciaron partidas por todo Colinas Pardas de rastreo.
Zhuul con el cuerno de Isen y la calavera en su posesión hablo a los demás de que en el Fiordo Aquilonal, había una Fortaleza de la Alianza donde seguramente tenían archivos los cuales les podrían dar una pista sobre el paradero del ultimo descendiente de Isen para acabar con la maldición de los Kvaldir.
Norteños y sureños del Pacto Áureo, emprendieron una nueva marcha guíados por el espiritu trol que poseía a Rebekka Ravencroft.
El lugar al que se refería Zhuul, recibía el nombre de Fortaleza de la Guardia Oeste, donde la compañia llego sin percance alguno. Uno vez allí se dirigieron a la taberna de aquel asentamiento, para tomar algo tras el viaje. Con la suerte de que una mujer norteña llamada Svalda y que merodeaba frecuentemente por allí se intereso por ellos. Tras varias conversaciones, la compañia le revelo su proposito a la norteña, pidiéndola ayuda, ya que ella conocía donde estaban los registros y archivos de los Hombres del Norte y quien los custodiaba.
Los archivos estaban en una biblioteca dentro del Bastión de la Fortaleza, el cual estaba fuertemente custodiado por soldados de la Alianza, no obstante gracias a Svalda y pese a la reticencia de uno de los guardias, el resto de la compañia pudo acceder a aquel lugar.
Una vez dentro, se dirigieron a la Biblioteca, en ella había varios guardias y un hombre del norte de cabello negro, bien vestido que sostenía una copa de vino y ojeaba uno de los libros. Su nombre era Thorvald Rasmusson, custodio de conocimientos. Svalda les presento a la Compañia y estos les revelaron sus intenciones. Tenían que encontrar al descendiente de Isen para que este tocara el cuerno y deshacer la maldición.
Thorval exigió ver las Reliquias antes de ayudarles a nada, y Zhuul se las enseño abriendo ligeramente la bolsa donde estaban. Thorvald se quedo sorprendido y seguidamente cogió uno de los libros que custodiaba.
En el decía que el ultimo descendiente de Isen era un tal Magnus Iverson, el cual había fallecido cuarenta años atrás sin descendencia alguna y sus restos descansaban junto a la colina escudo.
La compañia recibio dicha noticia como un jarro de agua fría, todos menos Zhuul que se mantenía impasible. Thorvald, les propuso comprar las reliquias dado que ya no tenían razón de ser, alegando que lo que es del norte debe permanecer en el norte bajo custodia, ofreciendo una gran cantidad de oro por ellas.
Zhuul susurro a Garron de que no debian hacerlo y era menester salir de allí cuanto antes. Tras varias negociaciones, la compañia decidio no vender las reliquias, pero antes de marcharse libremente, Thorvald llamo a dos guardias para impedirles el acceso, amenazandoles de que no saldrian de alli con dichas reliquias y que ahora pertenecian al norte. Svalda, que era amiga de Thorvald, intentaba hacer entrar en razón a la compañia para que hicieran caso a la propuesta de Thorvald.
Finalmente Garron con astucia, le dijo a Thorvald que irian con las reliquias a la Colina Escudo para comprabar si estaban allí los restos del descendiente de Isen y que de ser así accederían de buen grado a venderlas. Thorvald acepto el trato, siempre que Svalda les acompañara para asegurarse de que el sureño cumpliria su palabra.
La Compañia logro salir del Bastión de la Fortaleza de la Guardia del Oeste acompañados por la norteña Svalda que les guíaba a la Colina Escudo.
Entre cientos de túmulos Zhuul localizo rápido la del descendiente de Isen e inicio lo que parecia un ritual, dibujando un sigilo en el suelo, entre cánticos trols, estaba invocando el espíritu del descendiente. Svalda se puso en guardia alertada al ver a Rebekka Ravencroft, hablando el idioma trol y cargo contra ella, pero un escudo de energia impedia que el ritual fuera interrumpido.
Ante el asombro de todos los allí presentes, el espiritu del descendiente se manifesto en aquel túmulo.
Una llameante luz de color verde decia ser Magnus Iverson descendiente de Isen, Hosen le pregunto como acabar con la maldición de los Kvaldir, y este les dijo que solo el ultimo descendiente de Isen tocando el cuerno podría hacerlo. Housen dijo a Zhuul que le diera el cuerno, pero el espiritu repuso que en su estado no podría y que además el no era el ultimo descendiente.
¡Hay otro!.- repuso asombrado Garron, a lo que el espiritu contesto que sí. Thorvald les había mentido por alguna razón, Svalda también estaba asombrada, puede que esas reliquias fueran mucho mas de lo que parecian o de lo que decian.
El espiritu revelo de que antes de morir, dejo a su hijo recien nacido bajo la protección de los Colmillar en la isla de Komawa. El espiritu fue desvaneciendose paulatinamente, hasta que Zhuul se hinco de rodillas agotado por la invocación.
Había un último descendiente vivo, la maldición podía acabar con él, asi que con mas raudeza de lo habitual, ayudaron a Zhuul a levantarse y tomaron rumbo a Komawa.
Para llegar desde allí a la isla de los Colmillar, había que descender por el antiguo elevador, una estructura que conectaba con fuertes cuerda el fiordo y que se cruzaban mediante pequeños Drakkar colgantes.
La velocidad de los Drakkar colgantes era realmente supina, Garron dio un salto monumental arriesgando la vida en el ultimo momento por coger el primero que salió de alli junto a Zhuul, ante la mirada de Ronar y Hosen que se quedaron esperando al siguiente.
Finalmente todos llegaron a Komawa, un pequeño asentamiento de los Colmillar, amables comerciantes dedicados principalmente a la pesca. La hospitalidad de los Colmillar era legendaria, tanto es así, que la compañía disfruto un momento de un buen pescado y deliciosa y burbujeante cerveza.
Sin embargo y por mas que preguntaron nadie sabía alli nada sobre el descendiente de Isen, o al menos a todos los que la compañia consulto. No obstante, después de tanto jaleo, nuestros aventureros estaban ya cansados y decidieron alojarse en una gran choza en el poblado.
Allí fueron recibidos amablemente por el ancestro, era el momento de descansar para tener los cinco sentidos en plenas facultades de cara a continuar con su búsqueda.