En todo Rasganorte se extendio el rumor de que tras la niebla un terrible Drakkar gobernado por espectros de los Kvaldir estaba sembrando el caos y la destrucción, el único superviviente que llego a Valgarde para contarlo, lo llamo "El Kraken". Alban Ravencroft, partió en su Drakkar "El Cuervo" a la caza del Kraken y Hildegard Valdrada hizo lo propio, junto a varios Drakkars más.
Se decía que "El Kraken" no solo atacaba por mar, sino que varios asentamientos civiles habian sido atacados también, al parecer la bruma se formaba y penetraba en la tierra y tras ellas los Kvaldir atacaban sin piedad. Sumida por la curiosidad, Rebekka Ravencroft escoltada por dos hombres de su clan, Ulf Asbjorn y Hosen Ravencroft, se dirigió al Refugio Pino Ámbar en las Colinas Pardas, donde se citaban también varios grupos de mercenarios de la Alianza, así como aventureros, al parecer se había ofrecido una gran recompensa por acabar con esta amenaza.
Aunque lo que de verdad llamaba la atención a Rebekka era el porque los Kvaldir conseguian portar la bruma con ellos, pues nunca habian podido traspasar las fronteras del desembarco de Hrothgar y sospechaba que algun extraña hechicería oscura estaba detras de todo esto.
Al llegar al Refugio vio a varias partidas de hombres del sur y enanos, organizandose. Algunos portaban las banderolas y tabardos de un afamado grupo mercenario conocido como los "Lobos de Velavento" y junto a ellos estaba un clan enano, llamado Barbaferrea. Pero lo que realmente hizo que Rebekka desmontara de su caballo, fue ver a tres de estos sureños a los que ya conocía, o al menos había oido hablar de ellos.
Eran Myrall, Jesabela y Garron, fueron reconocidos facilmente por Rebekka, pues se habían vuelto bastante famosos en el norte, tanto que hasta un viejo escaldo les había dedicado una de sus Eddas, tras su aventura en busca del Tesoro de Quetz´lun. Los sureños intercambiaron impresiones con Rebekka, sobre la nueva amenaza y ella les expresaba sus temores.
Los Lobos de Velavento y los enanos partieron hacía el Campamento de la Brigada de los Páramos, pues se estaban dando avisos de un ataque allí. Al poco tiempo, los sureños del Pacto Áureo y los hombres del norte, también partieron al Campamento. Cuando llegaron este había sido abandonado a su suerte, quedaban pocos civiles en este, el ejercito había muerto o desaparecido, los pendones ondeaban al viento con la bandera y emblema de Ventormenta bañado en sangre, mientras algunas de las barricadas se incendiaban.
Sureños y norteños, comenzaron las tareas de organizar el campamento, estableciendo primeramente unas barricadas nuevas de contención.
Poco tiempo después el sonido de un cuerno que parecía provenir de ultratumba, retumbo en toda la ladera a pies de las Colinas, era un sonido estridente e incesante, que se acercaba hacía alli, precedido por la bruma.
- ¡A las armas!.- se prepararon todos, temiendo un nuevo ataque y así fue. Entre la bruma según se acercaba se podía distinguir a un grupo de Kvaldirs. Los primeros en disparar sus armas de fuego fueron los enanos Barbaferrea y la afamada tiradora Myrall, haciendo blanco en ellos, lo cual no contuvo el ataque de los Kvaldir que rompieron facilmente las barricadas, chocando de frente contra los defensores y sus escudos.
Sin embargo el combate fue desigual, las fuerzas conjuntas de norteños y sureños, derrotaron a los Kvaldir, que quiza no esperaban encontrar resistencia, al menos de soldados tan preparados y experimentados, Tras el combate, la niebla de disipó y con ella vino la calma.
Había mucho que hacer, tenían que reconstruir el campamento y pensar como acabar con la amenaza, pero eso sería ya otro día.