El Oro de Jintha'alor (Día 1)

12.11.2013 23:40

    EL ORO DE JINTHA'ALOR

DÍA 1
 
Antes del desembarco de los Hombres del Norte en Tierras del Interior, Torhild Hardrada y algunos de sus hombres contactaron con la Dinastía Karling en las Tierras Altas, su líder un tal Raynault Karling entablo relaciones amistosas con estos y decidieron emprender una marcha hacía Pico Nidal, estos se muestran reticentes con el asunto del oro, pues lo consideran maldito, pero Torhild piensa que pueden ser una gran ayuda para entrar en Jintha'alor dado el número inmenso de trols que custodián la ciudad.
Mientras tanto en la costa, el Drakkar de los Hombres del Norte, desembarca y comienzan los preparativos del campamento base. Algunos hombres buscan viveres, otros talan madera para levantar barricadas y un grupo de ellos inspecciona la zona.
Al otro lado de la costa, en línea recta, localizamos un poblado de la horda. Usando técnicas de subterfugio entramos por uno de los lados matando a varios guardias y arrojando sus cuerpos posteriormente al mar para que fueran devorados sin dejar pistas. Conseguimos llevarnos algunas cajas de provisiones, gemas preciosas y algunos abalorios.
Emprendimos también una ruta hacía Jintha'alor bajo el amparo de la noche y conseguimos divisar la inmensa ciudad. Junto a la ladera encontramos un lugar por donde reunido todo el contigente de hombres del norte, planeariamos entrar cuando estuvieramos preparados.
De regreso al campamento, Munnin Hardrada llegó desde Pico Nidal, con un mensaje de Torhild para que nos reuníeramos con este al día siguiente allí. La noche estaba siendo tranquila, mas de lo acostumbrado, hasta que una trol penetro en nuestro perímetro, conseguimos acorralarla y golpearla. Normalmente la hubiéramos matado en el acto, pero no parecía una trol normal, así que la apresamos.
Un contigente de trols que parecian no ser hostiles y ser de la misma tribu de la trol apresada se acercó al campamento, parecían querer a nuestra prisionera. Con todos nuestros hombres desperdigados y superados en número, decidimos entregarla y ganar tiempo con ello. Habíamos medido nuestras fuerzas. Al entregar a la trol, todos se retiraron. Parecián provenir del poblado de la horda. Poco a poco, nos fuímos reagrupando y dejando vigías en puntos estratégicos colindantes a nuestro campamento.
El viaje había sido largo y tortuoso, tocaba descansar, ya habíamos vertido bastante sangre por un día... ¿Quién sabe que nos depararía el mañana?